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Manifiesto de la Comunidad Científica en respuesta al Incendio de La Gomera: Razones para que no se vuelva a repetir

Manifiesto de la Comunidad Científica en respuesta al Incendio de La Gomera: Razones para que no se vuelva a repetir

Los abajo firmantes, científicos de distintas universidades y centros de investigación insulares, nacionales y del extranjero queremos manifestar nuestro pesar por las grandes pérdidas ecológicas, biológicas y personales que han tenido lugar en la isla de La Gomera como consecuencia del gran incendio que se inició el día 4 de agosto. Desgraciadamente, este último incendio “provocado” en La Gomera ha arrasado unas 3.000 hectáreas, lo que equivale a un 8% de la isla, y el 18% de la superficie del Parque Nacional de Garajonay.

Ahora mismo se está trabajando todavía en la extinción de este difícil incendio que está teniendo lugar en el suelo, cuya combustión es aún patente en los días más calurosos. A nuestro modesto entender, pero con la experiencia que nos dan los años de investigación y estudio, pensamos que es importante que se tengan en cuenta varios condicionantes generales que nos pueden ayudar a comprender el por qué de la magnitud de este incendio.

Estamos inmersos en un claro episodio de cambio climático, el cual está incluyendo algunos períodos de sequía extrema, como el que ha ocurrido en este último año en Canarias, el más seco de los últimos 60 años. Y en medio de esta situación se provoca este vasto incendio, en una isla (La Gomera) que, desde el trágico incendio de 1984 (“en el que solamente” se quemaron unas 840 hectáreas, y donde desgraciadamente fallecieron 20 personas), había logrado “escapar” de los grandes incendios que se han producido en Canarias en los últimos 15 años, los cuales afectaron a Gran Canaria, Tenerife, El Hierro y La Palma.

Este incendio se ha caracterizado por una gran virulencia, causada por un cóctel explosivo de circunstancias como:

1) la extrema sequía arrastrada a lo largo del año, con apenas un 20% de precipitaciones caídas respecto a un año normal

2) el inicio del fuego en medio de una ola de calor muy severa con elevadísimas temperaturas, aire muy seco y vientos racheados muy intensos (a veces superiores a 60 km/h), de cambiante dirección

3) la abundancia de terrenos agrícolas abandonados

4) la expansión de matorrales altamente inflamables

5) la compleja orografía de La Gomera

y 6)la acción del incendiario o incendiarios prendiendo fuego en distintos puntos, con la dificultad de extinción que ello supone.

Esto hace que un incendio se pueda volver incontrolable, incluso si se dispone de todos los medios anti-incendios deseables para combatir un fuego. Con las condiciones extremas ya mencionadas, solamente hay que tomar precauciones para que no haya pérdidas humanas y poco más, esperando a que la situación climática amaine y se pueda luchar con ciertas garantías contra el fuego.

Afortunadamente, el mejor cortafuego existente en La Gomera evitó que el norte de esta isla ardiera en su totalidad. Nos referimos al bosque maduro de laurisilva, difícilmente inflamable, y que ha sido uno de los grandes aliados en la ralentización del incendio. La mayoría de los bosques quemados son bosques jóvenes, que ocupaban la parte central-meridional de la isla, y que con el paso de los años estaban adquiriendo mayor madurez y menor inflamabilidad, a pesar de las limitaciones ambientales propias de las cumbres de la vertiente Sur. En estas zonas, anteriormente ocupadas principalmente por plantaciones de pinos altamente inflamables, se venía desarrollando desde hace 25 años un importante programa de restauración ecológica por parte del Parque Nacional, cuyo objetivo de recuperación de los bosques originales había conseguido grandes avances.

Han sido 25 años de duro trabajo realizado por trabajadores forestales, muchos de ellos habitantes de los caseríos del entorno del Parque (Igualero, El Cercado, Chipude, Arure, Acebiños, La Palmita ...) y que han sentido más que nadie como su labor de tantos años ha quedado reducida a cenizas.

Creemos que ahora mismo es más útil una reflexión pausada, analizando fríamente los datos de que se dispone, e intentando transmitir la importancia de una auténtica conciencia social respecto a la intencionalidad de los incendios, que una caza de brujas buscando culpables “potenciales”, o sobre todo, que ponga en entredicho la gestión llevada a cabo por el Parque Nacional de Garajonay.

Los abajo firmantes conocemos y apreciamos La Gomera y sus bosques, ya que hemos dedicado muchas horas de nuestro trabajo investigador en esta isla, y especialmente en el Parque Nacional de Garajonay. Este Parque alberga uno de los bosques más antiguos y mejor conservados de la Unión Europea, y en él se han sabido conjugar el uso público con la conservación del patrimonio natural,evitando factores externos altamente agresivos, llevando a cabo un programa de conservación de especies amenazadas, eliminación de especies exóticas y restauración de los bosques alterados.Todas estas actuaciones han hecho que la gestión llevada a cabo en el Parque Nacional de Garajonay sea un referente a nivel no sólo nacional, sino también más allá de nuestras fronteras.

Por eso, Garajonay no es sólo un lugar que recibe cientos de miles de turistas cada año, si no que científicos de todo el mundo han venido a este Parque para estudiar su riqueza biológica.

Por supuesto, es necesaria una conciencia social que incluya la denuncia decidida de aquellos incendiarios que causan este tipo de desgracias y la responsabilidad que la sociedad tiene en una gestión adecuada del territorio, que incluye la limpieza de las fincas privadas, o la ordenación adecuada de los usos y del urbanismo.

Ahora mismo, estamos oyendo algunas voces que abogan por el retorno a algunas prácticas “trasnochadas” que se llevaban a cabo en tiempos pasados en nuestros bosques, como la construcción de cortafuegos en territorios sumamente frágiles y de altísimo valor biológico y paisajístico (por otra parte fácilmente traspasados en los grandes incendios como ha quedado claramente demostrado en otras islas: ej. La Palma o Tenerife), o la limpieza del bosque mal entendida, la laurisilva de Garajonay no está sucia, ¡está viva!Estas y otras actividades son claramente antagónicas con la conservación de los hábitats y de las especies únicas que atesora el P.N. de Garajonay, y no benefician la óptima gestión de su patrimonio natural.

Por ello, a nuestro juicio, habría que invertir una mayor energía en la prevención de los incendios, apostando por una información clara y decidida de cara al público. Sólo de esta forma se conseguirá una mejor conciencia de lo que conllevan estas prácticas tan poco adecuadas para una “joya ecológica” como es Garajonay, y que van tanto en contra del medio ambiente, como del interés general.

Finalmente, no hemos de olvidar que Garajonay es, por su estado de conservación y la calidad que aporta su sistema de uso público, el mayor atractivo turístico de la isla, así como la gran fuente de aprovisionamiento de agua de La Gomera, la cual depende claramente de la existencia de bosques de laurisilva bien conservados.

Es un deber de todos evitar que una desgracia como la ocurrida vuelva a suceder. Para ello lo mejor que puede ocurrir es que se consiga la ampliación del Parque a las zonas con bosques bien conservados de La Gomera, y en los bosques del entorno del Parque establecer un modelo de gestión activa que suponga reducir su inflamabilidad y aumentar sus valores biológicos y los servicios ambientales y productos que tengan capacidad de proporcionar de forma sostenible.

Por último, es más que evidente que la tendencia generalizada no sólo en Canarias sino en toda España, es de un desencuentro de la sociedad con "el campo", con nuestros bosques. La cantidad de incendios provocados durante este verano por todo el territorio nacional es prueba de ello. En una sociedad realmente concienciada, que convive con su naturaleza y paisaje de forma sana, seguro que esto no hubiera ocurrido.

Firman:

Alain Vanderpoorten, Associated Professor of Belgian Funds for Scientific Research at University of Liège, BÉLGICA

Alessandro Chiarucci, Catedrático de Ecología, Universidad de Siena, ITALIA

Anna Traveset, Profesora de Investigación, IMEDEA, Consejo Superior de Investigaciones Científicas

Antonio Rodríguez, Catedrático de Edafología de la Universidad de La Laguna

Beatriz Rumeu Ruíz, Consejo Superior de Investigaciones Científicas

Brent Emerson, Científico Titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas

Carmen Dolores Arvelo, Profesora Titular del Departamento de Edafología de la Universidad de La Laguna.

Constantino Criado Hernández, Profesor Titular de Geografía Física, Universidad de La Laguna

Cristina González González, Delegada en Canarias de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife)

Cristoph Kueffer, Profesor de Ecología, ETH, Zúrich, SUIZA

Cristophe Thebaud, Catedrático de Ecología, Universidad Paula Sabatier, Touolouse, FRANCIA

Esperanza Beltrán Tejera, Catedrática de Botánica de la Universidad de La Laguna.

Gerard M. Dirkse, Natuurmuseum. Nijmegen. PAÍSES BAJOS

Heriberto López Hernández. JAE-DOCB. del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Jairo Patiño llorente. Pos-doctoral research of Belgian Funds for Scientific Research at University of Liège, BÉLGICA

Jose María Fernández-Palacios, Catedrático de Ecología de la Universidad de La Laguna

Juan Antonio Lorenzo Gutiérrez, Técnico de Proyectos de de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife)

Juana María González Mancebo, Profesora Titular del Departamento de Botánica. Universidad de La Laguna.

Juli Caujapé Castells. Departamento de Biodiversidad Molecular y Banco de ADN. Jardín Botánico Viera y Clavijo , Unidad asociada al CSIC, Las Palmas de Gran Canaria

Kostas Triantis, Investigador, Universidad de Azores, PORTUGAL

Manuel Nogales Hidalgo, Investigador Científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas

Marcelino del Arco Aguilar, Catedrático de Botánica de la Universidad de La Laguna

María Manuela Pinheiro Sim Sim, Profesora de Botánica de la Universidad de Lisboa, PORTUGAL

Marta López Darias, JAE-DOC. Consejo Superior de Investigaciones Científicas

Miguel Delibes de Castro, Profesor de Investigacion del Consejo Superior de Investigaciones Cientificas

Miguel Meneses de Sequeira, Profesor de Botánica de la Universidad de Madeira, PORTUGAL

Olaf Werner. Investigador asociado de la Universidad de Murcia.

Pablo Vargas, Investigador Científico, Real Jardín Botánico, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas

Paulo Alexandre Vieira Borges, Profesor de la Universidad de Azores. PORTUGAL.

Pedro Oromí Masoliver, Catedrático de Zoología de la Universidad de La Laguna

Pedro Sosa Henríquez. Catedrático de Genética de la Universidad de Las Palmas

Robert Whittaker, Catedrático de Biogeografía, Universidad de Oxford, REINO UNIDO

Rosa María Ros Espín, Catedrática de Botánica de la Universidad de Murcia

Rosalina María de Almeida. Profesora de la Universidad de Azores. PORTUGAL.

Ruth Jaén Molina, Departamento de Biodiversidad Molecular y Banco de ADN. Jardín Botánico Viera y Clavijo, Unidad asociada al CSIC, Las Palmas de Gran Canaria

Tomas Hallingback, Chair of IUCN / IAB Bryophyte Conservation group, SLU, Uppsala, SUECIA

Victoria Eugenia Martín Osorio, Profesora Titular del Departamento de Botánica. Universidad de La Laguna

Wolfredo Wildpret. Catedrático de Botánica de la Universidad de La Laguna.

 

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