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Retos para la conservación

Retos para la conservación

http://www.canarias7.es/impresa/articulo.cfm?Id=1422398

Hoy celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente. Es un buen momento para reflexionar sobre los retos que se nos plantean para la preservación del valioso medio natural de Canarias. Tan valioso como para constituir uno de los territorios más protegidos de la Unión Europea. Y ello no es casual. Responde al esfuerzo continuado de las administraciones canarias por mejorar las condiciones de nuestro hábitat. Seguimos teniendo por delante muchos desafíos y retos, en buena medida derivados de la fuerte presión demográfica y turística sobre el territorio.

Pero todos los canarios somos conscientes de que los valores de nuestra Naturaleza no solo son activos muy importantes en sí mismos. Constituyen también piezas esenciales para la relación del pueblo canario con su propia tierra. Formamos parte de un ecosistema muy singular. Y su suerte nos afecta de forma muy directa.

Hay que recordar que Canarias y el resto de las islas europeas de la región de la Macaronesia -Azores y Madeira -, fueron los territorios con los que primero se creo la Red Natura 2000 por la Unión Europea.

En estas tres regiones ultraperiféricas se configuran un total de 208 espacios naturales protegidos, de los que 174 se localizan en Canarias,: 149 Lugares de Interés Comunitarios terrestres, 22 marinos y 3 mixtos, con una extensión de más de 293.000 hectáreas, y 28 Zonas de Especial Protección para las aves, que ocupan más de 210.000 has. Cuatro Reservas de la Biosfera, 4 Parques Nacionales, uno de ellos Patrimonio de la Humanidad y otro firme aspirante a serlo. Podemos afirmar, por tanto, que prácticamente la mitad del territorio terrestre de Canarias se encuentra sometido a alguna figura de protección.

Estos datos demuestran el esfuerzo ingente que en Canarias se ha realizado a lo largo de los últimos años para preservar el patrimonio natural. Un patrimonio que constituye la base de nuestra organización económica y social; y que además influye y participa en los rasgos esenciales de nuestra identidad. El canario es un pueblo que ha pugnado a lo largo de más de cinco siglos para organizar la vida en ecosistemas aislados, frágiles y con escasas materias primas. Un pueblo que ha entablado un diálogo permanente con una geografía singular para organizar la vida sorteando barrancos y escalando laderas hasta casi esculpir la producción agraria.

Nos sentimos responsablemente orgullosos del esfuerzo de generaciones pasadas; de la participación activa del Parlamento de Canarias en la elaboración de normas de protección e iniciativas legislativas que buscan combinar la conservación, con la ordenación territorial y el mantenimiento de los niveles de bienestar que hemos conseguido obtener en los últimos años. Por eso apoyamos y animamos el esfuerzo que se viene realizando para evitar la contaminación acústica, aspecto muy relevante para una economía como la canaria, donde la población en general y el sector turístico exige cada día más normas que compatibilicen el derecho al descanso con el ocio responsable y el esparcimiento.

Pero nos acechan problemas y contradicciones importantes. La sociedad canaria se ha integrado con pleno derecho en la Unión Europea. Nos sentimos orgullosos de formar parte de la vanguardia ambiental de Europa, pero al mismo tiempo sentimos que somos también la frontera social situada al sur, la frontera económica más profunda de la las que existen en el mundo. La frontera que delimita el paso entre la garantía de derechos, la extensión del acceso a los servicios públicos del Estado del Bienestar frente a la ausencia de los más elementales derechos en países muy cercanos.

Por eso necesitamos un esfuerzo de comprensión y solidaridad ante una realidad tan compleja. Una realidad que nos obliga, por compromiso ético, a atender con nuestros propios recursos a quienes llegan utilizando un cayuco. Pero al mismo tiempo también nos lleva a exigir al Estado el control de fronteras en puertos y puertos para las personas extracomunitarias, porque éstas últimas que nos llegan, sin duda, atraídas por el efecto beneficioso de nuestra economía, suponen una enorme presión sobre el territorio.

Pero si importante es para nosotros el control del crecimiento poblacional no lo es menos la necesidad imperiosa de controlar nuestras aguas. Nos vemos incapaces en estos momentos no sólo de controlar las mafias que trafican con personas. Es que no tenemos instrumentos que nos permitan diseñar políticas que controlen la contaminación marina o el tráfico de buques con productos peligrosos, o barcos con pocas condiciones de navegabilidad que circulan bajo bandera de conveniencia.

Canarias controla sus islas pero no el mar que las rodea. Supone tal contrasentido que en este momento que estamos comenzando a estudiar el proyecto de Ley que tramita el Ministerio de Medio Ambiente sobre Patrimonio Natural y Biodiversidad existen dudas ciertas sobre cómo elaborar los planes de protección de especies marinas que viven en las aguas del Archipiélago, pero sobre las cuales no tenemos competencias.

El mar de Canarias alberga una amplísima representación de las especies de cetáceos conocidas en el mundo; sin embargo muchas de ellas residen habitualmente en aguas internacionales. ¿Cómo explicar esto? ¿Cómo explicar ante la Unión Europea que especies prioritarias como el delfín mular o la tortuga boba residen en aguas que no están bajo nuestra competencia? ¿Cómo vamos a dar cumplimiento a las Directivas Europeas? ¿Cómo vamos a proteger sus hábitats?.

A pesar de las dificultades no cejamos en nuestro empeño de seguir avanzando, tratando de equilibrar la atención a las personas y la prevención y protección ambiental.

El 16 de mayo pasado el Comité de Seguridad de la Organización Marítima Internacional aprobó definitivamente la declaración de las aguas de Canarias como Zona Marina Especialmente Sensible. Necesitamos que la Administración Central del Estado dote de los recursos necesarios esa figura, de tal suerte que ante un eventual episodio de contaminación marina accidental podamos actuar de forma coordinada y temprana.

Y es necesario un impulso definitivo para firmar el Convenio con los ministerios de Medio Ambiente y Defensa para consolidar los mecanismos de investigación sobre nuestras colonias de zifios, su comportamiento, sus amenazas y, en definitiva, la mejor manera de protegerlos.

Por fin vamos a contar este año -gracias a la colaboración del Ministerio de Medio Ambiente - con una Brigada Rápida de Intervención Forestal. La potencia y singularidad de nuestras masas forestales, algunas de ellas auténticas representaciones del Terciario, así como la existencia de cuatro Parques Nacionales, nos hacen acreedores de tal recurso.

Esperamos poder cerrar de manera satisfactoria en los próximos meses el proceso de transferencia de las competencias sobre los parques nacionales de Timanfaya, Garajonay, Teide y Taburiente el Gobierno de Canarias.

La tramitación, por otra parte, del Anteproyecto de Ley de Calidad del Aire y de protección de la Atmósfera es un asunto de singular importancia para nosotros. Por nuestra localización geográfica, por la presencia de los vientos alisios y por el efecto amortiguador de la corriente del Golfo, en Canarias vivimos intensa e íntimamente todos los avatares del clima y sus efectos.

Aspiramos a mantener una atmósfera limpia y sana. Tenemos tradición cultural y científica de mirar al cielo. Nos sentimos orgullosos de haber sido la primera Comunidad que legisló para proteger su cielo. Sentimos una profunda satisfacción de los niveles de excelencia en la investigación del Instituto de Astrofísica de Canarias o de la condición de Observatorio de referencia para el Hemisferio Norte que ostenta el Instituto Atmosférico de Izaña. Estamos preocupados y queremos contribuir a detener y a disminuir si es posible las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera.

Estamos haciendo un esfuerzo importante de diversificación energética incrementando la aportación de energía eólica y manteniendo la necesidad de inyectar gas en los ciclos combinados. Mimamos nuestras masas forestales para incrementar el efecto sumidero de CO2 y hemos realizado en los últimos años un esfuerzo en gestión de residuos, entre otras cosas para evitar que se libere a la atmósfera el metano.

Dos fenómenos meteorológicos han sacudido de forma brusca el sentimiento colectivo de Canarias. Uno, el 31 de marzo de 2002 cuando se produjo la riada sobre Santa Cruz de Tenerife; otro, en noviembre del pasado año cuando, por primera vez que sepamos, sufrimos los efectos de una tormenta tropical.

Todo ello nos ha orientado a buscar la colaboración con el Instituto Nacional de Meteorología, a demandar la extensión de la red para la observación y predicción de los fenómenos meteorológicos adversos y el análisis de episodios virulentos que incluso, como en las intrusiones de aire del continente o las olas de calor, puede tener repercusión directa para la salud de las personas.

Por eso aspiramos a ser la sede de la Unidad de Meteorología Tropical que, precisamente a raíz del estudio y las consecuencias de la tormenta tropical Delta, ha decidido poner en marcha el Instituto Nacional de Meteorología. Estamos firmemente convencidos de las posibilidades de desarrollo futuro de ese centro, y no sólo para nuestras islas, sino para los países del entorno que tan afectados se ven por el impactos negativo de unos fenómenos naturales a los que no son capaces de darles respuestas porque la inmensa mayoría de las veces no tienen ni capacidad ni instrumentos para predecirlos.

En el Día Mundial del Medio Ambiente. «Aspiramos a ser la sede de la Unidad de Meteorología Tropical que ha decidido poner en marcha el Instituto Nacional de Meteorología». 2 Adán Martín, presidente del Gobierno de Canarias

«Nos sentimos orgullosos de formar parte de la vanguardia ambiental de Europa, pero somos también la frontera social situada al sur»

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