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Greenpeace denuncia la complicidad del sector alimentario español con la destrucción de la selva amazónica

1 sep (Greenpeace)
El pasado mes de junio, Greenpeace se puso en contacto con las principales empresas del sector alimentario español para informarles del impacto de las importaciones de soja procedentes de la Amazonia. Unos efectos que se sufren desde el corazón de la selva tropical, con la destrucción de enormes extensiones, hasta Europa, donde los fabricantes de pienso animal y las empresas de productos cárnicos están ofreciendo al consumidor carne y sus derivados alimentados con esta soja procedente de la destrucción amazónica.

Greenpeace también envió a este sector el informe "Devorando la Amazonia" donde, además de denunciar cómo los cultivos de soja están destruyendo la Amazonia brasileña, se expone cómo las empresas implicadas son responsables, directos o indirectos, de delitos como la invasión de territorios indígenas o de modernas formas de esclavitud. Greenpeace solicitó entonces a las empresas alimentarias españolas que revisaran su política de suministros para desechar la soja procedente de estos escenarios de conflictividad ambiental y social.

Tras semanas de espera de una contestación, Greenpeace denuncia que empresas como El Pozo, Coren, Casa Tarradellas, Grupo Sada o Grupo Pascual confirman con su silencio que no tienen ningún problema en seguir produciendo carne alimentada con soja que puede proceder de la destrucción de la mayor selva tropical del mundo.

"La soja importada con la que se alimentan los pollos, ovejas, cerdos y vacas en nuestro país puede proceder de la destrucción de la Amazonia, y el sector empresarial implicado está mirando para otro lado", ha declarado Miguel Ángel Soto, responsable de la Campaña de Bosques de Greenpeace. "El consumidor tiene que saber que cada vez que consume jamón, pizza, chorizo o pollo podría estar comiéndose un bocado de selva amazónica. O que las empresas que están produciendo alimentos enriquecidos con soja están ocultando que la soja procede de contextos de destrucción social y ambiental".

Tres gigantes agrícolas norteamericanos, Cargill, Bunge y ADM -que controlan la mayoría del mercado de la soja en Europa- , están fomentando la destrucción de la selva para plantar la soja que servirá para la alimentación animal en Europa, e incluso algunos han utilizado trabajo esclavo. Cargill, líder de esta expansión, ha hecho tratos con hacendados sin escrúpulos que han falsificado títulos de propiedad y deforestado terrenos públicos o de comunidades indígenas. El puerto y la planta de Cargill en Santarém han sido construidos ilegalmente y, según datos oficiales, 1,6 millones de toneladas de soja han sido exportadas a través de este puerto desde su apertura en el año 2003. La mayoría de la soja que se embarca en la terminal de Cargill en Santarem tiene como destino Europa.

En 2005, 787.000 toneladas de soja fueron exportadas desde esta terminal. De esta cantidad, un 52% fue destinada a Holanda, un 31% fue para Reino Unido y España recibió un 6,5%. Holanda es a su vez proveedor de soja para muchos países europeos, incluida España. Greenpeace ha probado que esta soja llega a España y es utilizada por la industria agroalimentaria local. Los puertos españoles de Barcelona, Valencia y Cartagena han recibido durante el año 2005 soja procedente de la región amazónica exportada a través de los puertos brasileños de Santarém y Ponta da Madeira. La soja es utilizada principalmente para fabricar los piensos que alimentan los cerdos, vacas y pollos que acaban formando parte de nuestra dieta.

La selva Amazónica es una de las regiones con mayor biodiversidad del planeta. Es el hogar del 15% de las especies de plantas conocidas y cerca del 10% de los mamíferos. Además de ser el hogar de casi un cuarto de millón de indígenas, la selva es también crucial para la regulación del clima mundial.

Un reciente artículo de la revista científica Nature alertaba de que en el 2050 se habrá perdido el 40% de la Amazonia si la tendencia actual de expansión agrícola continúa; con ello se amenazará la biodiversidad y se contribuirá gravemente al cambio climático; además los monocultivos de soja tienen una alta dependencia de los químicos tóxicos y, en algunos casos, han llegado a cultivar soja modificada genéticamente en la Amazonia.

http://www.portaldelmedioambiente.com/html/gestor_noticias/vernoticia.asp?id=5955
 

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