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ASCAN1970

El lento ocaso de un pinar centenario

El lento ocaso de un pinar centenario

Patrimonio natural. La mitad de los centenarios Pinos de Gáldar ha caído en los últimos 25 años

Jesús Quesada
Gáldar (Gran Canaria)

El conjunto de árboles centenarios conocido popularmente como los Pinos de Gáldar, formado hasta 1980 por hasta 19 ejemplares en perfecto estado, ha perdido en el último cuarto de siglo la mitad de sus monumentales componentes. Es el ocaso de un pinar singular y con leyenda.
El biólogo del Jardín Botánico Viera y Clavijo Águedo Marrero denuncia que en los últimos 25 años «se han esfumado para siempre» ocho de los 19 pinos centenarios que durante cuatro siglos, siendo prudentes en la fecha, han ocupado la frontera entre Gáldar, Moya y Santa María de Guía. Lo que no lograron cientos y cientos de años de inclemencias del tiempo se ha producido desde 1980, cuando desapareció el número 14 según la numeración que este amante de los árboles les puso a partir de una fotografía aérea del año 1962 en la que constituían las únicas plantas que pervivían junto a lo que años más tarde se ha convertido en el mirador de la caldera de Gáldar.
No es sólo que la mitad hayan desaparecido sino que al menos otros seis de los once pinos centenarios que sobreviven en esa atalaya fronteriza están debilitados o maltrechos, con lo que ya se podrían contar con los dedos de una sóla mano los ejemplares de leyenda que quedan en pie de la foto de 1962.
Águedo Marrero lamenta que «los gestores de las leyes de espacios naturales nunca los tuvieron en cuenta» y como ejemplo recuerda que dos de esos testigos mudos de los cambios que ha experimentado el paisaje de las medianías del Norte a lo largo de los últimos siglos, precisamente los que se sitúan en el municipio de Gáldar, quedan fuera de los límites del Monumento Natural de Montañón Negro.
Emplazados en la ladera occidental exterior de un profundo cráter, donde han resistido vendavales, años lluviosos y sequías extremas, lograron escapar del hacha y del fuego por no se sabe qué extraños motivos, quizá los mismos que ahora parecen marcar su ocaso.
Su edad se ha estimado en no menos de 350 primaveras, un largo periodo en el que han asistido al desmantelamiento paulatino del bosque, a la progresiva retirada del hombre y de sus rebaños del campo y a sucesivas campañas de reforestación, primero con otros pinos, y luego con laurisilva, entre otros cambios en su entorno. También han visto como varios incendios forestales amenazaron su pervivencia, el último de ellos durante el verano del año 2005.

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