Alexandra Cousteau: 'Cada acción es crucial para evitar el cambio climático'
ARONA (TENERIFE).- Por sus venas circula la necesidad de denunciar lo que está ocurriendo en los océanos del planeta. Este fin de semana ha acudido a Tenerife a dar una conferencia sobre la degradación acelerada que están sufriendo, en el marco del festival Agua Viva Canarias, que combina la música con la defensa del medio ambiente marino.
Alexandra Cousetau se ha convertido en la voz y la imagen del comandante Cousteau en el siglo XXI. Nieta del célebre investigador que filmó por primera vez el mundo submarino, se ha convertido a sus 31 años en la portavoz del inmenso legado de su abuelo.
Pregunta.- ¿Cómo recuerda a su abuelo?
Respuesta.- Mi abuelo era pura magia. Era poeta, era escritor; fue inventor y filósofo. Era un creador cinematográfico. También un artista y un político. Fue militar de la Armada francesa, aunque abandonó esa actividad a los 45 años. Y además fue un gran comunicador. Era un hombre muy polifacético que no fue ni biólogo ni oceanógrafo, aspectos que algunos utilizaron para criticarle aunque él nunca se atribuyera esos conocimientos.
P.- ¿Cuál considera que es el legado de Cousteau?
R.- Abrió el mundo submarino a todas las personas. Introdujo los secretos de ese medio desconocido en todos los hogares del planeta. Hace unos años estuve en Tayikistán, un país alejado del mar, en la meseta asiática, y cuando aquella gente supo quién era me mostró el gran afecto que sentía por mi abuelo. Era gente que vivía en las montañas y que no había visto nunca el mar, pero que lo conocía por los documentales.
P.- Creo que fue con él con quién hizo la primera inmersión de su vida a los siete años.
R.- Aquello fue una experiencia imborrable. Tengo envidia de aquel día porque nunca he vuelto a sentir nada igual. Recuerdo que tenía miedo a respirar bajo el agua, pero cuando lo hice y sentí que era posible, me pareció genial, me sentía como un extraterrestre dentro del mar.
P.- ¿Aquella vez le marcó?
R.- Sí, aunque yo ya era muy acuática. Cuando tenía tres meses mis padres ya me llevaban a la piscina. El agua es para mí un medio próximo; me siento muy bien.
P.- Cuénteme algo de la vida a bordo del Calypso.
R.- Yo iba cuando el barco llegaba a puerto. No vivía durante sus largas travesías. Pero era divertido. La tripulación era gente joven y bromista, personas aventureras que vivían libres de la tensión de las ciudades. Había una gran camaradería.
P.- El Calypso, el barco de su abuelo, agoniza en el puerto de La Rochelle. ¿Le da pena verle así?
R.- Lo he intentado todo, pero no se puede hacer nada. Hace cinco años estuve a sólo una semana de formalizar los papeles para restaurarlo, pero me forzaron a dejar el proyecto. Es muy doloroso verlo oxidado, a punto de hundirse.
P.- Usted y su hermano Phillippe han creado la Fundación EarthEcho Internacional (www. earthecho.og) para defender el medio ambiente.
R.- Nos dedicamos a la comunicación y la educación ambiental. Creemos que seguimos aprendiendo toda la vida y cada día decidimos cómo actuar. Con nuestro trabajo queremos provocar la acción individual de cada persona en defensa del medio. Cada acto individual es importante, es la única manera de cambiar la situación.
P.- ¿De qué manera afectará el cambio climático a los océanos?
R.- La atmósfera y los mares son inseparables. El océano controla la atmósfera y viceversa. Así que algo ocurrirá, aunque no se conoce cuándo y cómo. Sí se sabe que afectará a las corrientes, los polos, la temperatura, el nivel del mar... Será catastrófico. Me da mucho miedo. Y si pienso en las generaciones futuras, más.
P.- ¿Cómo cree que debe evolucionar el Protocolo de Kioto para controlar el cambio climático?
R.- Kioto es un buen comienzo, pero hay que ir más allá. Los gobiernos deben comprometerse a mayores esfuerzos. Y también las personas. Cada uno de nosotros debe hacer algo, sin eso será muy difícil avanzar.
P.- ¿Debe unirse la lucha contra el calentamiento y el fin de la pobreza?
R.- Por supuesto. Todo el mundo tiene derecho a una vida digna. Por eso también colaboro con una ONG como Counterpart Internacional. Pero ese desarrollo debe ser sostenible. No porque nosotros lo hicimos mal los demás deben seguir ese camino que nos lleva al desastre. Tenemos la tecnología para que sea sostenible.
P.- Otro tema, ¿qué siente cuando en sus inmersiones se cruza con la mirada de una ballena?
R.- Nunca me he drogado y no sé qué ocurre, pero en esas ocasiones me transporto a otro mundo. Hace poco me ocurrió con 13 ballenas corcovadas. Es imborrable.
P.- ¿Y qué me dice cuando bucea junto a los tiburones?
R.- Con los únicos que no he buceado es con los blancos. Pero con las demás especies de tiburones tengo sensaciones muy especiales. No son peligrosos y además huyen de nosotros. Podemos leer en su comportamiento que no es el momento de estar allí. Es increíble la leyenda negra que se ha creado contra ellos que hace que cientos de millones sean matados cada año. Y debe saberse que mueren más del impacto de un coco en la cabeza que por el ataque de un tiburón. También quiero que se sepa que España es el país que más inconvenientes pone para que la UE adopte un acuerdo pesquero que prohíba la matanza de tiburones».
http://www.elmundo.es/elmundo/2007/07/02/ciencia/1183363473.html
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