Ben Magec, tesón e inteligencia
La ordenación del territorio y el movimiento ecologista.
Antonio Glez Viéitez*
En esta sociedad nuestra que nos toca vivir, de encefalograma casi plano en las cosas que afectan al común, resulta estimulante constatar, una vez más, la "luminosa presencia" de alguna de nuestras instituciones.
el caso de Ben Magec es el paradigma. No sólo no "pasa" de ninguno de los principales debates y conflictos de los que aquí nos surgen con frecuencia, como en cualquier sociedad moderna y compleja; no sólo plantea su batería de críticas ante esos hechos más relevantes, con las que se podrá estar o no de acuerdo; sino que, además, es capaz de ofrecer alternativas y proponer nuevas formas de observar y entender la realidad social para transformarla.
Y siempre con dos características que la singularizan y la ennoblecen. La defensa que hacen de los intereses colectivos y sostenibles, por encima de cualquier otra consideración. Y en segundo lugar, su esencia y presencia juvenil, comprometida y rebelde. Esa misma que nos emplaza a los demás a limpiarnos los ojos para ver tan lejos como ellos, que todavía no tienen contaminada, por intereses, la transparente percepción del mundo.
Y todo esto sobre Ben Magec viene a cuento porque acaban de presentar una Iniciativa Legislativa Popular, para llevar al Parlamento de Canarias su propuesta sobre "La Renovación de la Planta Alojativa y la Contención del Crecimiento Turístico".
Apoderándose una vez más de una de las escasas posibilidades de participación que ofrecen nuestras instituciones políticas. Como ya han hecho otras veces. Y quiero recordar su Propuesta para incorporar Veneguera al Parque Rural del Nublo y evitar así su conversión en un nuevo barranco, todito alicatado hasta el azul de arriba. Y, aunque el Parlamento de Canarias rechazó la iniciativa con un portazo destemplado, más adelante, el propio Gobierno de Canarias hizo suya su petición y aún tenemos a Veneguera, barranco y playa. Ahora falta que la dejen aseadita.
Y la propuesta que hacen es argumentalmente irreprochable. Veámoslo. Primero, están en vigor las Directrices de Ordenación General y del Turismo (recuérdese aprobadas por unanimidad en el Parlamento de Canarias), concebidas como el instrumento para iniciar el avance hacia un verdadero desarrollo y para acelerar el cambio de las formas insostenibles de crecimiento existentes hasta ahora en el Archipiélago.
Segundo. Se constata cómo, en la pasada legislatura, el Gobierno y también el Parlamento rehúyen esa estrategia y se embarcan en la contraria. Como demuestra la Ley para la posible clasificación y ocupación urbana de suelo rústico (Ley 1/2006) y la Ley para amnistiar viviendas ilegales (Ley 4/2006). Además el Istac nos informa que, en esos años, continuó el fuerte crecimiento de la oferta turística. Incluso, como ocurrió en los amenes de la anterior legislatura, forzando hasta lo escabroso las formas parlamentarias y el propio concepto de "interés general". ¡Todo un espectáculo de obscena sumisión a intereses privados!
Tercero. Las Directrices de Ordenación del Turismo exigen que, cada tres años (ya estamos fuera de plazo, con lo que se confirma la absoluta falta de voluntad para aplicarlas), se elabore un Proyecto de Ley en el que se fije el ritmo anual máximo de crecimiento de las autorizaciones previas para nuevas plazas de alojamiento turístico en cada una de las Islas.
Cuarto. En esta tesitura, Ben Magec hace el siguiente análisis del estado de la cuestión. Y, ¡atención al dato!, haciendo las mismas valoraciones que la mayoría de los portavoces de la patronal hotelera. Esto es: a) está creciendo con fuerza la oferta alojativa; b) está disminuyendo la demanda, tanto en número de turistas como en la duración de su estancia media y c) la parte del parque alojativo (casi en su totalidad extrahotelero), más antigua y peor gestionada, está sufriendo un terrible proceso de degradación. Reconvirtiéndose en residencial irregular de pésima calidad. Y poniendo en jaque mate algunas de las zonas que fueron emblemáticas en su día (San Bartolomé de Tirajana y Mogán).
Quinto. Así las cosas, lo sensato y lo razonable es que no se admitan más nuevas plazas turísticas. Proponer un crecimiento absoluto cero. Para interrumpir el círculo vicioso en que nos ¿hemos? metido.
Sexto. Pero hay que evitar el proceso de degradación descrito. Por tanto, toda la potencia del sector construcción (y los conectados) y todo su enorme "saber hacer" debe dirigirse a regenerar, transformar y modernizar aquella parte del parque alojativo existente que se encuentre en peores condiciones. Y todo ello sin incremento del número absoluto de plazas, pero con la enorme ventaja de pasar plazas fuera de uso turístico posible, a plazas en uso y con valor. Y todo ello mejorando notablemente la calidad de nuestra oferta. Las posibles excepciones, muy restrictivas, serían establecimientos de turismo rural en antiguas edificaciones rehabilitadas (lo que tendría consecuencias formidables en nuestro patrimonio arquitectónico) y establecimientos hoteleros urbanos.
Séptimo. Esta propuesta reúne las siguientes ventajas. Mejora la calidad de la oferta. Evita la degradación de algunas de nuestras mejores áreas turísticas (no en balde fueron las primeras en explotarse). Por último, impide seguir ocupando, de forma innecesaria, terreno virgen y limpio, especialmente en primera línea de costa. Octavo. También existen inconvenientes.
El más importante es que la rehabilitación es más compleja que la simple edificación nueva. Y será preciso aprender mucho y bien sobre esta nueva especialización (que, por supuesto, será un intangible a exportar). En cualquier caso, lo que se desprende con toda evidencia es que éste será el campo donde las Administraciones Públicas deberán volcarse para contribuir y facilitar la estrategia. Otro "inconveniente" es que desaparecen muchas de las expectativas de negocio con nuevos terrenos y que los especuladores se encontrarán con graves dificultades. Lo que, como contrapartida, sería un auténtico triunfo social y nos aportaría el orgullo de un trabajo bien hecho.
Para acabar, dos consideraciones. La propuesta de Ben Magec se confronta con la estrategia tradicional, la que sigue funcionando hasta ahorita. La misma que defienden los neoliberales. Que no es otra que dejar actuar a los famosos mercados, con el único requisito de construir con calidad. Y las consecuencias de esa estrategia las conocemos a fondo. Sus efectos son como los de un carrusel. Con una enorme actividad constructora de nuevas plazas, no se consigue incrementar el número total de las plazas en uso.
Simplemente porque el enorme crecimiento de plazas nuevas se amortiza con otro flujo, contrario y de parecida potencia, de plazas extrahoteleras hechas polvo que salen del mercado, porque sus propietarios no encuentran ni energías ni capacidad de superar por sí mismos esa vorágine de degradación. Y, por eso, la única salida practicable con que se encuentran es malvenderlas como residencia de ínfimo orden y en vías de constituir auténticos guetos. Y ya está montado el carrusel. Con el agravante social de la pérdida de patrimonio de decenas de miles de familias canarias, poseedoras tradicionales "del apartamento en el Sur".
La contrapartida aparece clara en el proceso de creación de algunas pocas, nuevas y desmesuradas fortunas canarias, desconocidas hasta ahora en nuestra historia. Resaltar, por último, que ese mismo carrusel, al mismo tiempo que va degradando el territorio ya ocupado, va exigiendo la ocupación de nuevo territorio virgen y limpito (hasta que le toque el turno…) . Así, el movimiento del mercado del suelo, como derivado del mercado turístico, va generando a sus espaldas una suerte de tierra quemada. En un movimiento continuo e insostenible, sobre todo en territorios tan limitados como los nuestros.
La segunda consideración tiene que ver ¡cómo no! con la RIC. Su regulación en el ámbito turístico (como se ha venido diciendo por algunos) debería ser taxativa. Exclusivamente se podrá materializar en la reforma, mejora y cualificación de plazas ya amortizadas y fuera de uso eficiente. Y debería estar prohibida su posible materialización en cualquier proyecto alojativo turístico que supusiera la ocupación de territorio aún no ocupado.
Ben Magec está haciendo esta propuesta al conjunto de la sociedad canaria. Será imprescindible que la tengamos en cuenta y, en mi opinión, que la apoyemos. Con energía y lucidez. Nos va mucho a todos. También a los que todavía no están, pero que están al llegar.
*Antonio Glez Viéitez es economista y profesor de la ULPGC.(1) Artículo extraido del períodico La Provincia - Diario de Las Palmas
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