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¡Qué intervenga el poder!

¡Qué intervenga el poder!
JOAQUÍN ARAUJO
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5 de mayo de 2008.- Reconozco que en los primeros momentos era partidario de los biocombustibles; casi sin reservas. Mi ingenuidad inicial llegó al extremo de imaginar que, además de aliviar al aire, tales cultivos podrían mejorar las economías rurales.

Una vez más se me olvidaban los listos, los que pueden convertir la violencia, la mezquindad, el hambre, lo sucio y lo feo en dinero. Los que, para mayor perversidad pueden destruir enormidades sin más arma que un teléfono o un ordenador. La distancia entre el que decide y el que padece sigue siendo lo que consigue más situaciones inhumanas y antinaturales que, por cierto, suelen coincidir.

Como los perfiles de lo peor que ahora mismo sucede están más que difundidos, sólo cabe especificar que buena parte de las estimaciones pueden quedarse tan cortas como las del gobierno y el maldito PIB. Porque no son los 100 millones de personas las que están retrocediendo hacia la pobreza externa; con facilidad podrían llegar a ser 300.

Al menos, si tenemos en cuenta que los analistas más finos consideran que por cada 1% de incremento del precio del cereal se condena a serias restricciones de alimento a 17 millones de personas. Como el aumento ronda ya, en prácticamente todo el planeta, el 20%, lo lógico es tener en cuenta la segunda cifra, que, por cierto, equivale a la población total de los Estados Unidos de América.

Los motivos de la superlativa inflación en los precios de los cereales son igualmente conocidos y, sin duda, indecentes. Porque nada más que pura especulación los guía. No es la transparencia del aire sino la opacidad del dinero lo que se busca. Porque lo menos grave que nos podría pasar es que se paren los motores. De ahí que podamos reclamar un intervencionismo.

Que las autoridades no se dediquen sólo al envío de limosnas urgentes para que se hagan aún más ricos los que controlan los mercados. Se trata de intervenir, de no consentir que el interés común sea hoy algo tan contaminado y amenazado como el aire.

http://www.elmundo.es/elmundo/ecologia.html

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