La laurisilva renace
Las zarzas y cañas de los barrancos de Gran Canaria empiezan a dejar paso al verde de las especies arbóreas
PAOLA MARTÍN MARÍN - LAS PALMAS DE GRAN CANARIA.
La laurisilva, selva de laurel, es un tipo de bosque subtropical característico de la región macaronésica que junto al fayal-brezal conforma el monteverde. Constituye uno de los ambientes boscosos característicos de las Islas Canarias, a excepción de Fuerteventura y Lanzarote. Restos fósiles hallados en el sur de Europa evidencian que antaño pobló una amplia zona de la cuenca mediterránea. Posteriores glaciaciones trasladaron estos bosques hacia zonas más templadas en busca de condiciones climáticas favorables para su desarrollo, hasta reducir su distribución a la Macaronesia.
Tras millones de años, este bosque de gran biodiversidad apenas ha sufrido transformaciones evolutivas; es una reliquia viviente de las formaciones vegetales que cubrían gran parte de Europa durante el Periodo Terciario.
En las zonas de las islas donde las nubes arrastradas por los alisios chocan y ascienden por las laderas de las montañas se produce una ligera llovizna conocida como lluvia horizontal, característica principal del área de distribución de la laurisilva. Gran Canaria, hoy día, conserva una mínima expresión del bosque que antaño tuvo, en pequeños reductos en los que zarzales y cañaverales han colonizado zonas explotadas y luego abandonadas. En la actualidad, la laurisilva presenta una distribución muy escasa (un 1% de su distribución potencial, la mayor parte incluida dentro de espacios naturales) en comparación con siglos pasados.
Los pequeños relictos crecen en lugares donde las condiciones ambientales son más favorables: fondos de barranco con humedad o cauces de agua y laderas sombreadas. Parece que encontró una forma de protección en zonas poco accesibles en las que han crecido cañas y zarzas. Pero esta protección es relativa; por un lado, la maleza controla el paso de la gente y el ganado, por otro lado, se corre el riesgo de que nuevos incendios destruyan estos reductos de laurisilva, por lo que las labores de limpieza de barrancos crean una nueva oportunidad para su conservación.
RELICTOS DESCUBIERTOS. Para conocer de cerca el bosque escondido de laurisilva, realicé una visita a un tramo del parque de Sintes y a la finca de Osorio, ambos en Teror, con Juan Guzmán y Federico Grillo, ingenieros forestales del Cabildo. A la vez que me mostraban el lugar, evaluaban las tareas de limpieza realizadas en el marco de la prevención de incendios. Tras el gran incendio que asoló Gran Canaria el pasado verano, uno de los ejes principales de actuación del Cabildo insular es evitar que se repita la catástrofe.
Básicamente, se está limpiando el fondo de los barrancos de maleza y basura, pues propagan el fuego más rápido. "A la par que eliminamos zarzas y cañas de gran altura, introducimos especies de laurisilva de crecimiento rápido, la llamada laurisilva pionera, para evitar que la maleza vuelva a dominar el terreno. Lo bueno del bosque de laurisilva es que no es combustible en verde", sostiene Juan Guzmán. Así, el barranco actúa como cortafuegos natural. "Fue al desproveer al suelo de estas extensas masas vegetales cuando salieron a la luz las plántulas de laurisilva.
Los árboles pequeños esperan a que los viejos caigan para seguir su camino hacia la luz", explica Federico Grillo. Asfixiados entre la espesura no podían crecer, y esperaban pacientes su turno para dar un estirón y erigirse como árboles que darán sombra y cobijo al vivero de plántulas que crecen a ras de suelo.
En el barranco, abandonado a su suerte, la sucesión vegetal se estanca, no se producen cambios en las coberturas de cada especie. La mano del hombre busca acelerar la sucesión vegetal. "Se pretende cambiar la estructura vegetal poco a poco hasta que se convierta en una arboleda y luego dejar que ande sola.
En zonas como el tramo de Sintes, donde corre el agua, la idoneidad de las condiciones es tal que, acometidas las labores de limpieza, se puede repoblar inicialmente con las especies nobles; por ejemplo, el til, que se puede introducir en pocos sitios, pues requiere de sombra densa y mucha humedad", dice Juan Guzmán. Lo que vemos son hijos de los relictos que quedan, mínimas expresiones de lo que se supone tuvo que haber. En doscientos años bien dedicados podría haber un bosque maduro que ocupase toda el área potencial.
ADMINISTRACIÓN. El Cabildo parece dispuesto a proteger y conservar la laurisilva hallada en el fondo de los barrancos. Incluso se barajan posibles medidas para incentivar el uso y disfrute popular, sirva la creación de una red de senderos como ejemplo. Además de iniciativas administrativas, hace falta un impulso paralelo por parte de la población grancanaria, que demande la recuperación de la laurisilva en la isla.
En cuanto al Gobierno de Canarias, ha creado una línea de subvenciones -publicada en el BOC núm. 170 de martes 26 de agosto- para diversas modalidades de explotación forestal. Algunos vecinos, por ejemplo, ya se han beneficiado de estas ayudas, llegando a repoblar más de cuarenta hectáreas con especies de laurisilva y pinar canario.
El 40 % del archipiélago es territorio protegido; los espacios naturales tienen un plan de gestión asociado que incluye el fomento y recuperación de las masas boscosas, siendo los cabildos los encargados de poner en marcha estos planes. Entre otras, el Gobierno autonómico realiza actuaciones para aumentar la masa boscosa preservando la genética particular de cada relicto en los Tiles de Moya o la Laguna de Valleseco o la ladera de Las Carboneras, y así recuperar la existente y crear nuevas superficies.
La superficie disponible para repoblar es uno de los grandes problemas. Al estar una gran parte en manos privadas, cuesta animar a los propietarios, quienes quizás busquen más la rentabilidad económica, a reforestar con especies no frutales, sin valorar la recuperación paisajística del entorno natural.
Entre otras ventajas de los bosques de laurisilva está la posibilidad de ofrecer un paisaje y biodiversidad únicas de gran interés turístico y, por tanto, socioeconómico, como sucede en La Gomera y La Palma. El turismo rural sostenible como alternativa de calidad al turismo de sol y playa, junto a la recuperación del patrimonio natural de la isla, pueden ser motivos suficientes para que administración pública y la población local trabajen en ello.
Parece necesario mirar más allá de los obstáculos temporales para articular las opciones de regeneración y mantenimiento de los espacios naturales. Si consideramos al ser humano responsable de sus actos, estaríamos de acuerdo en la urgente necesidad de recuperar un bosque endémico que no hace tanto cubría casi toda la isla.
La esquilma maderera de siglos precedentes nos dejó como herencia el relato cuasi mitológico de la Selva de Doramas. Sin embargo, en la cronología de Gea, 500 años no son nada. Nos encontramos en un momento de gran trascendencia; tenemos la oportunidad, tras descubrir un bosque incipiente, de valorar y actuar en consecuencia.
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