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ASCAN1970

Una plaza para el hijo del mito

Una plaza para el hijo del mito

G. Florido
Las Palmas de Gran Canaria

Los restos del pino de Pilancones no estarán solos ni tampoco se agotará su estirpe. Los técnicos del Cabildo y del Gobierno canario han dado vida a varios hijos de este árbol con injertos y a través de las semillas que se rescataron del ejemplar. A uno de ellos le tocará el difícil papel de mantener el buen nombre del padre, que figuraba entre los cien árboles más singulares de España. Se plantará junto al lugar que ocupó el pino de Pilancones, al pie de una placita o área de descanso hecha en su memoria.

No lo tendrá fácil si quiere emular su su esbeltez, su leyenda y su historia. Sobrecoge tocar la superficie de una de las rodajas que se cortaron este martes e imaginar por lo que han pasado. Un técnico de Medio Ambiente se molestó en contar parte de los anillos y confirmó que su edad supera los 400 años. No lo aseguró, pero habló de bastantes más. Puede que conociera la época aborigen. Eso sí, en sus primeros 50 años creció muy rápido.

Con un helicóptero

La cifra exacta no se sabrá hasta que no se realice el estudio dendrocronológico que se ha encargado a Madrid y que servirá de base científica al libro que prevé editar el Cabildo sobre este árbol. Antes habrá que sacar las rodajas del pinar de Pilancones. Pesan mucho, por lo que se trasladarán con un helicóptero. Lo usarán también para traer los materiales con los que tratarán el tronco para conservarlo. Y es que no es fácil manejar un fuste de esa envergadura. La comitiva del martes la integraban 16 personas entre técnicos de Medio Ambiente, efectivos de la Unidad Presa 3, seis operarios de Gesplan y vigilantes de espacios naturales. También fueron dos representantes de la asociación de vecinos Pilancones, incluido Julio Pérez, su presidente, al que el Cabildo consulta e informa de los pasos que se dan.

Entre ellos figura el proyecto de la plaza frente al pino, que será sencilla, mimetizada con tan singular entorno. Tendrá bancos de piedra y un murete donde habrá una reproducción del árbol, en acero cortén o en otro material resistente, que incluirá un texto explicando la historia del pino. Acogerá también una vitrina para acoger el libro de firmas en el que cada senderista dejará sus impresiones. En el centro se colocará a modo de mesa uno de los trozos del tronco que se cortaron el martes. Y enfrente de todo, el hijo y lo que quedó de su padre.

Fueron los vecinos de Ayagaures, el poblado más cercano, los que hace años decidieron venerar este pino y convertirlo en un emblema verde. Allá por los 50 del siglo XX uno de ellos decidió colocar junto al ejemplar un libro de firmas. Desde entonces se han llenado muchos. Uno se perdió en el incendio del 2007. Curiosamente se han multiplicado las visitas tras la caída. Al actual sólo le queda una página. Es triste, pero el ser humano aprende a valorar lo que tiene cuando lo pierde.

http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=108870

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