Flora y fauna del olvido portuario
Si algo ha quedado claro en la tramitación del proyecto del puerto de Granadilla, es que al Gobierno de Canarias le suele fallar la memoria con las especies de flora y fauna protegidas que se interponen en sus planes.
BLANCA SALAZAR | ARONA Ahora ha salido a la luz que se le traspapeló un informe que advertía de la importancia de los sebadales que quiere desproteger para poder hacer el puerto. Pero es que hace unos años le ocurrió exactamente lo mismo con la piña de mar y con la tortuga boba. Cymodocea nodosa es el nombre de una fanerógama marina cuya existencia había pasado desapercibida para la inmensa mayoría de los canarios y europeos hasta que esa planta popularmente conocida como seba se interpuso en el camino de los impulsores de la construcción de un puerto industrial en el litoral de Granadilla de Abona.
Resulta que la construcción del puerto se llevaría por delante una población de esa especie marina que tiene una protección extrema por estar incluida en el Catálogo de Especies Amenazadas de Canarias y que para sortear ese inconveniente, el Gobierno canario optó por desproteger a los sebadales afectados por dicha infraestructura portuaria esgrimiendo argumentos como el de que estaba más protegida de la cuenta o como que su desaparición no tendría repercusiones porque hay suficiente Cymodocea nodosa en el Archipiélago.
Las dudas legales sobre esa medida llevaron al Tribunal Superior de Justicia de Canarias a suspender de forma cautelar esa desprotección que, además, ha provocado una fuerte controversia a nivel estatal y europeo, ya que el proceder del Gobierno canario puede crear el precedente de que toda infraestructura declarada de interés público se pueda anteponer a cualquier especie protegida.
Esa desprotección derivó en escándalo cuando trascendió que para llevarla a cabo el consejero de Medio Ambiente, Domingo Berriel, suprimió de la orden de descatalogación justo los párrafos en los que los técnicos del Servicio de Biodiversidad ponían salvedades a la misma, lo cual se unió a revelaciones como la de que en ese procedimiento el Gobierno sustituyó los informes que debía hacer una institución científica por otros que elaboró una empresa privada.
El rizo de ese escándalo tuvo lugar este fin de semana al trascender que el Gobierno canario tiene desde enero de 2008 un informe científico que alerta de la gran importancia de los sebadales granadilleros y de las graves repercusiones que podría tener su desaparición para los de todo el Archipiélago. Ese informe que da la razón a los científicos y ecologistas en general que advierten desde hace años de la importancia de ese sebadal, curiosamente, no fue incluido en el expediente del puerto.
Pero es que hace unos años pasó lo mismo con la Atractylis preauxiana, nombre científico de la popularmente conocida como Piña de mar, planta en peligro de extinción que sólo vive en Gran Canaria y Tenerife y que, igual que el sebadal, pasó del anonimato a la fama europea porque al Gobierno canario y en ese caso también al Ministerio de Medio Ambiente se les pasó por alto su presencia en la zona elegida para el puerto.
El detalle escandaloso del despiste fue que un botánico y un naturista habían comunicado por escrito en 2002 al Gobierno canario el hallazgo en Granadilla de esa planta protegida a nivel europeo y cuya existencia seguía negando en 2005 la entonces consejera de Medio Ambiente, Milagros Luis Brito. Las advertencias científicas y ecologistas a ese respecto fueron tan ignoradas y omitidas del expediente portuario como las relativas a Cymodocea nodosa, aunque finalmente la Comisión Europea reconoció el valor de las poblaciones granadilleras de Atractylis preauxiana y condicionó la construcción del puerto a la adopción de medias para su protección y conservación.
Y los citados no son casos aislados, ya que pasó algo parecido con la tortuga boba (Caretta caretta).
Y dado que los científicos detractores del puerto aseguran que el mismo afectaría al menos a 53 especies de flora y fauna protegidas, aún es posible que salten a la fama más especies olvidadas por el Gobierno canario.
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