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ASCAN1970

400.000 litros de agua al día

400.000 litros de agua al día

Javier Darriba
Fuencaliente

Sólo desde el aire se puede apreciar la magnitud del incendio. A bordo del Presa Hotel 2, un helicóptero Ecureuil del servicio de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria, se entiende que el color de la desolación sea el negro. CANARIAS7 acompañó a los técnicos de extinción en las labores de reconocimiento y valoración de los rescoldos que aún siguen vivos en el último sector que se derritió al paso de las llamas de La Palma. Allí, en medio de las cenizas, aún se levantan columnas de humo y hasta llamaradas alimentadas por el viento y el sol. Los alrededores de la montaña de La Horqueta, Gigil o La Deseada aún requieren de vigilancia constante.

Sobre ellas, los nueve helicópteros y dos hidroaviones siguen vomitando agua, enfriando el terreno y los tocones que aún combustionan por la tea. Cada día, según datos del equipo de extinción de incendios, el dispositivo aéreo deja caer unos 400.000 litros de agua sobre la zona afectada por el siniestro. Sin embargo, aún queda mucho por hacer.

Los expertos consultados por este periódico aseguran que la liquidación del incendio puede representar «el 90% de todo el trabajo» que se despliega frente a las llamas. Aún quedan tres o cuatro días de esa lluvia artificial que trata de enfriar la tierra. Cada tres minutos caen miles de litros de agua de algún helicóptero, mientras desde la tierra, el grupo Presa de Gran Canaria sigue actuando para eliminar cualquier mínimo riesgo de rebrote del fuego.

Dentro de la montaña. La labor de este grupo sólo puede ser valorada desde el aire. Están tan dentro de la montaña, tan pegados a los barrancos, que sólo yendo en helicóptero se percata uno de las condiciones extremas en que se mueven estos profesionales.

 A su alrededor, el monte sólo tiene tres colores: el verde esperanzador del pinar, el negro funesto del camino que siguieron las llamas y el blanco de las cenizas, que dan la sensación de que el monte ha explotado.
 Desde el Ecureuil también se observa cómo bajó el fuego. Hay auténticos ríos de pinos calcinados, renegridos, que indican la posición de las vaguadas. Por ellas se canalizó el viento, precipitando las llamas hacia las casas, hacia Montes de Luna, Fuencaliente y Tigalate.

 Sólo desde el aire se acierta a comprender el milagro del fuego: que no haya habido ni una víctima mortal en la isla de La Palma.

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