Un banco con 470 especies
El laboratorio de Biodiversidad Molecular del Jardín Canario ya ha congelado los genes de 198 géneros de la flora macaronésica
J.Quesada
Las Palmas de Gran Canaria
El Banco de ADN del Jardín Botánico Viera y Clavijo sobre flora canaria, macaronésica y de otras regiones vinculadas almacena ya 3.674 muestras de 85 familias que abarcan 198 géneros. Hasta 470 especies de 552 localidades distintas figuran en esta biblioteca genética.
Una colosal biblioteca sobre diferentes aspectos de la biodiversidad vegetal que está esperando a ser descifrada por la investigación. Eso es lo que desde hace tres años está creando el Departamento de Biodiversidad Molecular del Jardín Canario, el CSI de la flora vascular endémica de Canarias, la Macaronesia y otras regiones filogenéticamente vinculadas al Archipiélago como el norte de África, Irán o la Península Ibérica.
A punto de estrenar nuevas instalaciones en el Jardín Botánico, el Banco de ADN que han ido montando las manos de Juli Caujapé, Ruth Jaén y Nereida Cabrera, sueña con disponer de un secuenciador propio para aumentar hasta 90 al día el volumen de muestras que ahora procesa en un aparato que le alquila el Departamento Forense del Hospital Materno Infantil, al que ellos mismos llevan la mezcla química a emplear. En su próxima casa, que reúne las ahora dispersas dependencias de trabajo del grupo, hay un hueco reservado para esa máquina, de momento sin dinero.
Todas las muestras del banco (de 562 caracteres), debidamente congeladas, numeradas y clasificadas, se incluyen en una base de datos de la que ya han solicitado fondos, correspondientes a 20 especies distintas, siete instituciones, entre ellas las universidades de Barcelona, Zaragoza, Azores, Colorado State y British Columbia.
Otras 21 instituciones colaboran activamente, ya sea como socios del proyecto, en el asesoramiento logístico o en la recogida de hojas, una tarea para la que se utilizan bolsas de plástico, con cierre hermético, que contienen gel de sílice para conservar las muestras en condiciones óptimas antes de la extracción de su ADN. A las siete instituciones que aceptaron colaborar se les ha remitido todo el material preciso, lo que ha supuesto sellar y etiquetar 1.400 bolsas y enviar más de cinco kilos de gel de sílice secante y más de uno de gel indicador de humedad.
Código de barras. A través del laboratorio de Biodiversidad Molecular, el Jardín Canario es la única institución española que participa en la iniciativa del Código de Barras de La Vida, un esfuerzo investigador internacional dirigido a crear una librería universal para la comparación de especies a nivel mundial.
Julie Caujapé explica que este departamento del Jardín, junto al Ministerio de Medio Ambiente, el Jardín de Aclimatación de La Orotava y las universidades de La Laguna y Murcia va a realizar una experiencia piloto con los endemismos presentes en el Parque Nacional de Garajonay y en La Gomera. «Si los resultados son alentadores permitiría apostar por crear el código de barras de la flora canaria», agrega.
A punto de estrenar nuevas instalaciones en el Jardín Botánico, el Banco de ADN que han ido montando las manos de Juli Caujapé, Ruth Jaén y Nereida Cabrera, sueña con disponer de un secuenciador propio para aumentar hasta 90 al día el volumen de muestras que ahora procesa en un aparato que le alquila el Departamento Forense del Hospital Materno Infantil, al que ellos mismos llevan la mezcla química a emplear. En su próxima casa, que reúne las ahora dispersas dependencias de trabajo del grupo, hay un hueco reservado para esa máquina, de momento sin dinero.
Todas las muestras del banco (de 562 caracteres), debidamente congeladas, numeradas y clasificadas, se incluyen en una base de datos de la que ya han solicitado fondos, correspondientes a 20 especies distintas, siete instituciones, entre ellas las universidades de Barcelona, Zaragoza, Azores, Colorado State y British Columbia.
Otras 21 instituciones colaboran activamente, ya sea como socios del proyecto, en el asesoramiento logístico o en la recogida de hojas, una tarea para la que se utilizan bolsas de plástico, con cierre hermético, que contienen gel de sílice para conservar las muestras en condiciones óptimas antes de la extracción de su ADN. A las siete instituciones que aceptaron colaborar se les ha remitido todo el material preciso, lo que ha supuesto sellar y etiquetar 1.400 bolsas y enviar más de cinco kilos de gel de sílice secante y más de uno de gel indicador de humedad.
Código de barras. A través del laboratorio de Biodiversidad Molecular, el Jardín Canario es la única institución española que participa en la iniciativa del Código de Barras de La Vida, un esfuerzo investigador internacional dirigido a crear una librería universal para la comparación de especies a nivel mundial.
Julie Caujapé explica que este departamento del Jardín, junto al Ministerio de Medio Ambiente, el Jardín de Aclimatación de La Orotava y las universidades de La Laguna y Murcia va a realizar una experiencia piloto con los endemismos presentes en el Parque Nacional de Garajonay y en La Gomera. «Si los resultados son alentadores permitiría apostar por crear el código de barras de la flora canaria», agrega.
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