Preparadas para la otra vida
Las palmeras de el lasso reciben los últimos cuidados previo al traslado al Teatro
Catorce palmeras canarias inician a partir de hoy su nueva vida. Dejan El Lasso donde fueron plantadas hace años para realzar ahora el entorno del Pérez Galdós. Ayer recibían los últimos cuidados mientras se siguen elevando voces que consideran que el trasplante es una condena a muerte.
Reciben los cuidados de última hora para su traslado, previsiblemente hoy, al teatro Pérez Galdós. En la finca que el Cabildo de Gran Canaria tiene en El Lasso, la actividad ayer era frenética para que las palmeras canarias -cada una de unos 7.000 kilos- estén colocadas antes del día 14, la fecha de la reapertura del coliseo.
«Les ponemos fungicidas y nematicidas y luego productos enraizantes», explicaron ayer los técnicos de la empresa Jardines Alisios Canarios, que es la encargada por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria para realizar el trasplante. Eso significa que las palmeras están siendo tratadas con pesticidas contra hongos, plaguicidas contra gusanos y con hormonas que permitan a la palmera pegar en el entorno del Galdós.
A cada palmera se le está dejando un cepellón -conjunto de las raíces y la tierra por el cual la planta queda enraizada- de cuatro metros cuadrados y todas son marcadas en la cara que da al norte para que conserven su orientación una vez que lleguen al Teatro. «Si se colocaran con esta cara mirando al sur, la cabeza giraría y acabaría estrangulando la palmera», añadieron.
Algunos especialistas señalan que las palmeras corren grave riesgo de morir. Otros aseguran que el procedimiento es correcto pero que se podría haber hecho mejor. Los seis primeros meses serán críticos en la otra vida de estas palmas.
«Les ponemos fungicidas y nematicidas y luego productos enraizantes», explicaron ayer los técnicos de la empresa Jardines Alisios Canarios, que es la encargada por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria para realizar el trasplante. Eso significa que las palmeras están siendo tratadas con pesticidas contra hongos, plaguicidas contra gusanos y con hormonas que permitan a la palmera pegar en el entorno del Galdós.
A cada palmera se le está dejando un cepellón -conjunto de las raíces y la tierra por el cual la planta queda enraizada- de cuatro metros cuadrados y todas son marcadas en la cara que da al norte para que conserven su orientación una vez que lleguen al Teatro. «Si se colocaran con esta cara mirando al sur, la cabeza giraría y acabaría estrangulando la palmera», añadieron.
Algunos especialistas señalan que las palmeras corren grave riesgo de morir. Otros aseguran que el procedimiento es correcto pero que se podría haber hecho mejor. Los seis primeros meses serán críticos en la otra vida de estas palmas.
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