La bicicleta ganó en la carrera por la movilidad en Las Palmas de GC
Como si de la fábula de la tortuga y la liebre se tratara, ayer un ciclista, un tándem con un invidente y su guía, un usuario de Guaguas Municipales, un peatón y el conductor del vehículo híbrido del Ayuntamiento apostaron a ver quién llegaba antes al Obelisco partiendo desde la Alameda de Colón. El coche hacía de liebre, mientras que al resto le tocó interpretar a la tortuga.
Antes de la prueba, entre los protagonista de este peculiar cuento se cruzaban las apuestas por ver quién llegaba antes. Todos apuntaban hacia las bicicletas como medio más rápido, pero no se fiaban de un coche que, si bien contamina menos que uno normal, tenía ante sí la dura tarea de lograr aparcar en el centro de la ciudad, cosa ardua y difícil por esta época y más en la zona de Tomás Morales, donde las obras de asfaltado hacen que estacionar se convierta en un milagro.
Así las cosas, la carrera comenzó poco después de las 9 de la mañana cumpliéndose las previsiones. Los dos vehículos de dos ruedas enfilaron la calle Primero de Mayo con algo de ventaja. La guagua aprovechaba el carril bus para adelantar a su gran adversario, el coche híbrido. Éste se veía obligado a meterse en el tapón de la calle San Bernardo, por lo que pronto sería alcanzado por un peatón que, si bien se tomaba las cosas con más calma, era el que menos trayecto realizaba al optar por hacer su recorrido por la calle General Bravo, aunque, eso sí, esquivando las obras de pavimentación.
La carrera continuaba y llegaba a su sprint final en la calle Tomás Morales. Allí, el tándem y la ciclista fueron los encargados de luchar por una simbólica victoria que al final fue para la segunda, pilotada por Nina Hoogland, miembro de Ben Magec-Ecologistas en Acción, que llegó para demostrar que lo más rápido para moverse por la zona baja de la ciudad es la bici. Su tiempo: 4´07´´. Aunque la victoria fue muy ajustada, ya que tan sólo tres segundos la separaron del tándem, cuya compenetración entre el invidente y su guía sobre los sillines era digna de un equipo de natación sincronizada.
A cuatro minutos del vencedor, el siguiente en hacer su entrada fue el usuario de la guagua. A pesar de las numerosas paradas que realizó el transporte público, se demostró su rapidez ante el vehículo privado.
Mientras los integrantes del ficticio podio descansaban, hacía su entrada Pedro Olmo, el viandante, que, tras poco más de 11 minutos de paseo por el centro de la ciudad, llegó a la meta al hacer todo el tramo en línea recta, a diferencia del resto.
¿Y la liebre? ¿Dónde se encontraba el coche? Pues buscando aparcamiento. Ni más ni menos que poco más de un cuarto de hora después de la llegada del primer participante hizo presencia el chófer del Ayuntamiento. Se demostró que el vehículo más utilizado por los ciudadanos, y el que más contamina, es, sin embargo, el que peor se mueve por el centro de la capital.
Así finalizó esta particular carrera para concienciar a los ciudadanos sobre el uso de los vehículos más limpios y que se organizó dentro de la Semana Europea de la Movilidad.
Aunque entre esos vehículos se echó en falta una silla de ruedas. ¿Hubiese tenido movilidad para llegar con el resto hasta la meta?
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