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Jerez puede quedarse sin palmeras

Jerez puede quedarse sin palmeras
Mástiles sin palma alguna, en ello se han convertido
muchos de estos árboles en la ciudad. :: ESTEBAN
La acción del picudo rojo obliga a Medio Ambiente a desmochar muchos ejemplares y tener en tratamiento a otros, pero la plaga se extiende
La delegada de Medio Ambiente, Felisa Rosado, asegura que «como sigamos así, podemos perder las palmeras en Jerez». El Ayuntamiento no da abasto en su lucha contra el picudo rojo, insecto cuya plaga devasta la población de estos árboles en toda la región, y cada vez son más los mástiles que, desmochados ya numerosos de estos ejemplares en la ciudad, delatan los efectos producidos por este coleóptero que llegó a España con origen en Asia tropical.
Entró en la península por Motril en 1994 y, además de estar afectando en otros muchos lugares, desde 2009 lo hace en la ciudad. Una palmera junto al hospital y otra en una venta en Las Tablas fueron sus primeras víctimas pero, en apenas un par de años, han sido detectados 140 casos en palmeras canarias de los espacios públicos jerezanos. Se corresponden con el 18% de las de este tipo gestionadas por el personal de Medio Ambiente dedicado al arbolado.
«Yo llevé una iniciativa hace dos años a Diputación quejándonos de esto y diciendo que la Junta tenía que intervenir y dar ayuda a los ayuntamientos que así lo necesitasen porque es un tratamiento muy caro», recuerda Rosado. El coste del tratamiento por palmera y año asciende como mínimo a unos 250 euros. Y el caso es que, aunque se dotara a los consistorios de esta ayuda, los muchos ejemplares en propiedades privadas escaparían a ese control.
Solo en espacios públicos, Jerez tiene registradas 4.739 palmeras. Y aunque en esa cifra se integran tanto las canarias como las datileras y washingtonianas (las preferencias del picudo rojo se centran en las primeras, de las que hay 1.194 en la ciudad) la eficacia del tratamiento requiere que se expanda de modo universal, sin dejar que ninguna se convierta en el reservorio desde el que se reinfectaran aquellas que hubieran podido ser recuperadas. Pero el esfuerzo es baladí.
«En Aladro se estaba dando el producto y, pese a todo, ha sido necesario desmochar tres palmeras», lamenta la delegada. La Alameda Vieja, el Retiro y tantos otros lugares verdes muestran ya el resultado de esta profilaxis extrema. Felisa Rosado señala que «ya hemos tenido una reunión en la delegación para buscar tratamientos alternativos, más baratos y más constantes, pero si yo lo estoy dando aquí y no se hace lo mismo en Chiclana, El Puerto o Rota de nada sirve».
Para mayor preocupación, en una situación que ralla la impotencia, el tratamiento, que ha de ser aplicado durante todo el año, requiere intensificarse en otoño.

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