Ejemplar de gavilán común (Accipiter nisus) muerto después de capturar y comer una paloma envenenada. | publicada por: redaccion
Hoy en día son muchos los aficionados a las palomas que incomprensiblemente, a pesar de llevar varios años observándolos prácticamente a diario, no han sido capaces de llegar a entender el comportamiento de uno de sus mayores aliados en el difícil proceso de la selección natural, "el halcón". Es sin duda esta falta de conocimiento de la que hablo, lo que ha sido el detonante principal que ha llevado a algunos aficionados a las palomas a inducir al delito y, lo que es peor, a cometerlo, mostrando con sus actos una enorme falta de consideración hacia nuestra ya resquebrajada fauna. Como es obvio que no es justo generalizar, he creído conveniente a la hora de exponer este tema, diferenciar entre los auténticos profesionales de la colombofilia, y los mediocres que practican este apasionante deporte, haciendo referencia a los primeros con el término colombófilo, mientras que los segundos habrán de conformarse simplemente con el de palomeros.
Ante todo quiero dejar claro que soy un gran apasionado de las palomas en todas sus variedades pero, sobre todo, de las mensajeras y, aunque nunca las he hecho participar en competiciones, sí las he criado y actualmente crío con el único objetivo de disfrutar de ellas haciéndolas volar para mí. Aunque siempre he admirado a estas valientes voladoras, conociendo sus hazañas tanto a pie de buzón como de la mano de grandes colombófilos, también me considero un gran amante del resto de las aves y en especial de las rapaces, las cuales, además de criarlas como hobby, también utilizo a diario como herramienta de trabajo.
Origen del Halcón Tagorote
Es evidente que la estratégica situación de las islas, condicionada por los vientos alisios de noreste y la proximidad al continente africano, han sido factores determinantes para que algunas rapaces, en sus largos viajes migratorios, utilizaran las islas como lugar de descanso. El halcón tagarote (falco pelegrinoides) es una rapaz de distribución norte africana, presentando en Canarias el límite de su distribución al oeste. En la mayoría de las islas Canarias y mayormente en las centro-occidentales, abundan las grandes paredes rocosas que ofrecen a los halcones un gran atractivo principalmente por la tranquilidad que les supone su difícil acceso, sobre todo, a la hora de establecerse y nidificar.
Las poblaciones reproductoras de halcón peregrino de Europa y Norteamérica estuvieron gravemente amenazadas durante la primera mitad del pasado siglo. El uso de productos fitosanitarios excesivamente tóxicos, especialmente el DDT, fue uno de los responsables. Desgraciadamente, ese mismo nivel de destrucción del que hablo, también se llevaba a cabo en nuestras islas Canarias, afectando a la población de halcones de tal forma que estuvieron al borde de su total extinción. Ya en la segunda mitad de siglo, con la cada vez mayor actuación de movimientos ecologistas y conservacionistas empezaron a producirse los primeros cambios sustanciales.
Las primeras referencias bibliográficas que aluden a la presencia de halcones en las islas Canarias datan del año 1799, y se deben al escritor e historiador canario José de Viera y Clavijo.
Es cierto que la colombofilia empezó a expandirse por nuestras islas en una época en la que el número de estas rapaces era muy reducido, aunque no nos podemos olvidar de que esta reducción de ejemplares fue debida principalmente a la mala gestión del medio ambiente llevada a cabo por el hombre. Hay que reconocer que las administraciones han hecho un gran esfuerzo para conseguir erradicar aquellos factores que contribuían a la reducción de la especie (venenos, destrucción de hábitats, expolio etc.), y, aunque entiendo que no ha sido suficiente, sí es cierto que se ha notado una recuperación respecto a años anteriores. Afortunadamente, hoy en día los halcones, al igual que otras rapaces, se están recuperando poco a poco, y han empezado a ocupar aquellos espacios que desde siempre les han pertenecido, es decir, hoy están los que tienen que estar y antiguamente tan sólo unos pocos supervivientes. Los halcones tagarotes han volado y cazado a sus anchas por las diferentes islas del archipiélago Canario durante cientos de años, mucho antes de que el deporte de la colombofilia emergiera y posteriormente se extendiera por las islas. Los antecedentes en las islas de esta actividad se remontan a 1898 cuando se crearon los primeros palomares militares en Canarias, ya con posterioridad aparecerían las primeras sociedades colombófilas.
De los datos aportados sobre un estudio realizado a varios ejemplares de halcón tagarote en la isla de La Palma, he podido sacar varias conclusiones que creo son determinantes para reflexionar sobre el notable aumento de los mismos. Durante más de cuatro años he recogido de diferentes colombófilos toda la información sobre ataques presenciados, prestando especial atención a la selección de los ejemplares capturados o heridos por el ataque de un halcón.
De la información ofrecida por colombófilos sobre la pérdida de ejemplares, y el análisis de un centenar de restos de palomas identificadas, recopilados en atalayas de acceso, se ha llegado a la conclusión de que los halcones se alimentan principalmente de ejemplares mensajeros jóvenes, y así lo han corroborado sus anillas identificativas. De los restos de ejemplares adultos que se han recuperado me ha llamado la atención que en el sesenta por ciento de los casos, las palomas se encontraban realizando la muda de alguna de sus remeras propulsoras, un treinta por ciento pertenecía a ejemplares procedentes de otras islas que, desorientados tras la suelta, vagaban debilitados sin querer entregarse a ningún palomar que no fuese el suyo, y tan solo el diez por ciento restante, se identificaron como ejemplares adultos pletóricos capturados mientras realizaban su entrenamiento diario. Los pichones de Columba Livia presencian en el cantil desde sus nidos, y a muy temprana edad, los continuos ataques que los halcones realizan contra sus propios padres, impregnándose de un peligro que les prepara para extremar desde un principio las precauciones en sus primeros días de vuelo. A diferencia de éstas, las palomas mensajeras nacidas en cautividad, crecen dentro de un palomar, en un casillero donde no ven mas allá de lo que un frente de rejas les permite percibir, estando condenadas a enfrentarse a la crítica etapa de sus primeros vuelos, sin haber sido advertidas del peligro que supone para ellas la silueta de su depredador. La capacidad de reacción y la maniobrabilidad de estos pichones en sus primeras salidas es muy reducida, con lo cual, se convierten en una presa fácil para cualquier tipo de rapaz que se alimente principalmente de palomas.
El hecho de que los halcones encuentren asequibles los ejemplares jóvenes de palomas mensajeras, les ha ido creando un reflejo condicionado que los activa desde el momento en que ven un bando en pleno vuelo. El efecto llamada que ocasiona un bando de palomas mensajeras sobrevolando un área determinada, ha sido el responsable de que estas rapaces desestimen otras alternativas con dificultades añadidas y se acomoden como buenos comensales a esperar que le sirvan su plato favorito. Después de haber adquirido este reflejo condicionado inculcado inconscientemente por los propios colombófilos, éstos, han conseguido adiestrar a un halcón salvaje a que acuda de inmediato a la llamada de un suculento señuelo (el bando), reforzándose positivamente este reflejo cada vez que la rapaz consiga su codiciado premio, servido siempre por el propio colombófilo. Esta conducta, lógicamente, se irá acentuando día tras día siendo imposible de erradicar, a menos que la rapaz encontrase otra forma de abastecerse, que le conllevara un menor esfuerzo físico al que ya le supone la captura del joven ejemplar de paloma mensajera. El hecho de que varias parejas de halcones se hayan estado alimentando principalmente de palomas mensajeras, ha sido determinante para garantizar la proliferación de los mismos. De esta forma, al consumir y cebar con palomas previamente tratadas con preventivos, se están minimizando las posibilidades de que los pollos descendientes contraigan, entre otras, la principal enfermedad que se encarga de regular la especie en la propia naturaleza, "la tricomoniasis".
Las palomas, en los vuelos de retorno a sus palomares, atraviesan exhaustas zonas que los halcones, con todo su derecho, han establecido como territorio de caza. El hecho de que estos animales sean soltados desde grandes distancias, teniendo que volar en ocasiones más de mil kilómetros sobre el mar, les condiciona a la hora de afrontar el peligro que representa para ellos los halcones en la costa, ya que después de haber agotado todas sus energías batiendo sin parar para conseguir vencer a la muerte, se convierten en una presa fácil para cualquier rapaz que se alimente de éstos admirables alados.
Si partimos de la base de que la paloma mensajera no es un ave de mar, que sus viajes de retorno lo hacen siempre acompañadas de la posibilidad de que las condiciones climáticas se vuelvan repentinamente desfavorables en algún punto a lo largo de la ruta, y que al volarla grandes distancias sobre el océano se les priva de la alternativa de poder posarse para descansar, orientarse, y posteriormente reanudar su viaje, llegamos a la conclusión de que la práctica de la colombofilia en Canarias es ¡extremadamente dura para estas aves! Es imprescindible el sacrificio de muchos ejemplares para que unos pocos logren galardonarse. Son miles las palomas que, año tras año, se pierden en torno a nuestras islas y que, desgraciadamente para ellas, no son capaces de retornar a su lugar de origen, destinadas a vagar por muelles, aeropuertos, plazas, e incluso llegando a formar parte de colonias de palomas zuritas, reforzándolas e hibridándose. Un alto porcentaje de estas palomas mueren ahogadas en el mar, y muchas otras, en manos de los propios palomeros y digo palomeros, por que afortunadamente para las palomas, todavía existen colombófilos honrados que se preocupan de hacer llegar a sus propietarios, todos aquellos ejemplares que, desorientados, han buscado y encontrado un refugio digno en sus palomares.
Todo buen colombófilo debe ser consciente de que el proceso de selección necesario para garantizar una buena línea, implica la eliminación del más débil, y es "la cesta", en este deporte, la que se encarga de hacer buena parte del trabajo.
La diferencia que existe entre la selección que pretende conseguir el colombófilo y la llevada a cabo por el halcón, es que el primero codicia ejemplares que le aporten triunfos (gozo y satisfacción), mientras que el segundo lleva a cabo una selección tan natural como necesaria para garantizar su propia supervivencia, es decir, los halcones no cazan nunca por diversión, lo hacen única y exclusivamente movidos por la necesidad de alimentarse. Al igual que el resto de animales que pueblan nuestro planeta, los halcones están sujetos a la ley del mínimo esfuerzo, mientras puedan alimentarse de los restos dejados en días anteriores, ¡no cazaran!
Hoy en día es habitual leer, en los foros de colombofilia, comentarios escritos por palomeros que, sin ningún tipo de escrúpulos, ofrecen al resto del colectivo métodos y soluciones para acabar con los halcones en las Islas Canarias. Evidentemente, todas estas soluciones que se exponen en diferentes foros públicos, ¡están consideradas por ley como delito! Distintos métodos de trampeo, corsés y jaulas repletas de lazos, cepos y venenos potencialmente tóxicos y terminantemente prohibidos, como es el caso del FURADAN, son algunas de las llamadas soluciones propuestas por estos señores supuestamente amantes de las aves. Me parece muy fuerte por lo irracional, que existan "personas" que se atrevan a difundir sin ningún tipo de reparo este tipo de soluciones, todas ellas ilegales, pero lo que me parece aún mas fuerte todavía, es que una vez colgadas en un foro, el responsable de este (moderador), no tome las medidas oportunas e inmediatas para evitar que se utilice su foro, como una vía de propagación, haciéndose partícipe de aquello que podríamos considerar hoy en día como una clara inducción al delito.
Resulta verdaderamente incomprensible cómo algunos "palomeros", después de haber sido ellos mismos los únicos responsables de la perdida masiva de ejemplares, que año tras año causan baja en sus palomares al termino de la campaña, debido principalmente a su incompetencia, se atrevan a condenar y, lo que es peor, a atentar contra un patrimonio que sin lugar a dudas, como seres humanos tienen la obligación moral de conservar y proteger, dando la posibilidad de disfrutar de él a futuras generaciones.
Desde mi punto de vista, creo que la mentalidad que debe poseer un autentico profesional que se precie en el mundo de la colombofilia, ha de ser la de una persona totalmente consciente de que, por encima de todo, ha de asumir las pérdidas causadas por el ataque de rapaces, con la misma elegancia con la que asume las siempre mayores bajas causadas en campaña, justificando los grandes palos (pérdida masiva de ejemplares en una sola suelta), con la típica frase, "a las palomas no hay quien las entienda". No debe permitir jamás que el egoísmo le ciegue, llevándole a anteponer sus intereses caprichosos a los intereses de nuestra madre naturaleza, siendo en todo momento consciente de que al halcón se le ha de entender como un aliado partícipe de la necesaria selección natural y, sobre todo, no olvidando nunca que el animal ha de ser siempre la rapaz, sin haber elegido serlo.
http://www.elapuron.com/noticias/opinion/4264/depredadores-de-rapaces-en-canarias/