En Fuerteventura Se Culmina La Primera Fase De La Mayor Reforestación Arbórea En La Historia De La Isla Desde El Pinar de Betancuria
Las laderas de Castillo de Lara vuelven a acoger una campaña de reforestación histórica, más de sesenta años después de que fuera creado el Pinar de Betancuria, en el macizo montañoso más importante de la Isla. El Cabildo de Fuerteventura, a través de la Consejería de Medio Ambiente, ha dirigido durante los últimos meses una campaña insular de reforestación que ha significado la plantación de 3.100 ejemplares de diferentes especies vegetales en cuatro localizaciones distintas de la Isla, que alcanzarán según estudios previos un porcentaje de supervivencia situado en torno al 80%.
Se trata de la primera gran campaña de reforestación arbórea que emprende la Corporación a escala insular, y la segunda en volumen de árboles plantados desde la creación del Pinar. La diferencia, según explicó el equipo técnico coordinador del proyecto, estará en que el éxito de la actual campaña será mucho mayor que aquella. El pino canario no es una especie endémica de Fuerteventura, y los efectos del viento están relegando progresivamente el pinar a los fondos de los barrancos y las laderas situadas a barlovento.
El Pinar de Betancuria está relegado a desaparecer con el paso del tiempo en Fuerteventura, debido a su incapacidad de regeneración en las condiciones climáticas locales. Por ello, la consejera insular del área, Natalia Évora, quiso destacar que la actual campaña “se ha planificado con el propósito consciente de repoblar utilizando especies especialmente adaptadas al clima majorero como sabinas, acebuches o almácigos, algo que nos va a permitir contar en el futuro con una masa forestal permanente y autoregenerativa tanto en Betancuria como en otros puntos de la Isla. Los errores del pasado en este caso han supuesto una ventaja porque nos han ayudado a aprender. A partir de ahora, el compromiso del Cabildo será continuar en esta línea y seguir luchando contra la desertificación y la degradación del territorio”.
Esta campaña, desarrollada entre el pasado otoño y el invierno que ahora finaliza, desarrolla un proyecto ejecutado por el Cabildo y promovido por el Gobierno de Canarias, que daba fin recientemente a la presente temporada con la plantación de 1.200 árboles en Castillo de Lara. A partir de octubre, otros 3.200 árboles culminarán esta iniciativa en este mismo sitio. Con la llegada de la estación fría el próximo otoño habrán sido un total de 6.000 ejemplares de distintas especies de bosque termófilo, arbustos y demás especies endémicas los que habrán sido plantados en toda la Isla.
Las otras tres acciones se han llevado a en El Aceitunal, en Puerto del Rosario, con 700 ejemplares plantados de tabaibas dulces y 50 de varias de cardón canario, esparraguera y verol; Morro Velosa, en Betancuria, con 500 ejemplares de acebuche, almácigo, sabina, peralillo, mocán, aderno, adroño y brezo; y el Pico de La Zarza, en Pájara, 350 ejemplares de peralillo, mocán y zarza.
El conocimiento de las técnicas más recientes de ingeniería forestal permitirá alcanzar el 80% de supervivencia del total de ejemplares plantados durante la campaña de reforestación. Será gracias a procedimientos como la instalación de riegos artificiales por goteo, la utilización de mallas protectoras (goros) que libren a cada ejemplar de la acción de los animales en sus primeros años, o la selección y ubicación de cada especie según la altitud y su capacidad de adaptación a los distintos microclimas que pueden existir en Canarias, en apenas unos cientos de metros de distancia.
Fuerteventura es la isla de Canarias con mayor superficie afectada por fenómenos de desertificación del territorio, lo que ha incrementado la degradación de los suelos y la desaparición de hábitats en los que varias especies encuentran cobijo. Este hecho, unido a la escasez de estudios botánicos relativos a Fuerteventura ha derivado en un vacío histórico en lo que se refiere a técnicas de reforestación específicamente adaptadas a las características del territorio insular, que sí existen para otras islas consideradas más ricas en vegetación.
Esta carencia se ha venido paliando a través del seguimiento de las plantaciones en las que ha participado el Cabildo desde el año 2000, que han permitido elaborar una metodología concreta con resultados que rozan el 80% de arraigo en las especies replantadas. Este procedimiento se basa en el conocimiento del modo en que cada especie se adapta a las diferentes condiciones climáticas y de localización y orientación en el terreno, en una orografía como la majorera en la que las condiciones pueden variar enormemente entre emplazamientos muy cercanos.
Al mismo tempo, la utilización de técnicas de plantación específicas que permiten un mejor aprovechamiento del agua de lluvia –hoyos tipo gavia con la planta situada en el montículo para obligarla a enraizar- y la instalación de protectores (goros) alrededor de cada planta para evitar el remoneo de animales como conejos y cabras, son acciones que posibilitan la supervivencia de la planta en un primer estadio de su desarrollo en que es más vulnerable.
“Por eso es tan importante que la planta sea colocada en el hábitat natural en su primer año de vida, para que se acostumbre a las condiciones de la naturaleza”, explicaba el ingeniero forestal Ángel Couto, ligado a este proyecto desde sus inicios a través de la colaboración entre el Cabildo y el Gobierno de Canarias. “Cada planta necesita de un periodo de cinco años de adaptación antes de que se produzca esta ‘explosión’, que es el momento en que el vegetal ha afianzado sus raíces en el terreno y comienza a crecer a gran velocidad
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