El otro cuento de las cenicientas
Alegranza alberga la segunda mayor colonia mundial de cría de la pardela cenicienta, un ave atlántica, un animal hecho de gestas, viento, pluma y salitre. Sin embargo, todavía hoy sigue siendo necesario vigilarlas de cerca para evitar que caigan en las garras del furtivismo.
GREGORIO CABRERA / ARRECIFE. La vida tiene alas, aunque a veces se las quieren cortar. Por eso incluso los pájaros necesitan ángeles custodios que velen su sueño. Las alrededor de doce mil parejas de pardelas cenicientas que cada año anidan en el islote de Alegranza, al norte de Lanzarote, tienen los suyos propios. Se trata de los más de treinta voluntarios de la organización ecologista Adena que hasta mediados de noviembre participarán en las tareas de vigilancia contra la caza furtiva de esta especie protegida, así como en otras actividades ligadas a la limpieza del paraje y a la concienciación sobre sus casi infinitos valores y tesoros. Todavía hoy es necesario abrir ojos para salvar paraísos.
Dos destellos negros y un minúsculo pico perdidos en una masa grisácea de plumón. Ésta es la imagen que presenta el pollo de una pardela durante sus primeras semanas de vida, antes de afrontar en solitario la dura aventura de vivir, sin duda alguna la mayor de todas las odiseas. Pero estos animales están diseñados para la gesta, pues para ellos los océanos son las habitaciones de su casa. La colonia de pardela cenicienta que recala durante estos meses en Alegranza (en el Parque Natural del Archipiélago Chinijo) es la segunda más importante del mundo, tan sólo por detrás de la de Las Salvajes, según los datos facilitados por Adena.
Y cada año que pasa, y aunque resulte difícil de creer visto desde fuera, queda más que justificada la necesidad de este servicio extraordinario de vigilancia, que sirve para cubrir las evidentes carencias de los medios oficiales. Al igual que ha ocurrido en campañas anteriores, los voluntarios han sorprendido a personas claramente sospechosas de estar intentando dar caza a pardelas.
En realidad, tampoco es imprescindible cogerlos in fraganti para demostrar que el furtivismo es una realidad. Para eso basta con ver los cadáveres y las plumas arrancadas que, como el año pasado, han vuelto a aparecer. Es el otro cuento de las cenicientas.
0 comentarios